jueves, 16 de septiembre de 2010

Sobreviviendo al intensivo curso de Japonés


El curso de principiantes de japonés en ICU supone que los alumnos aprendan, además de los alfabetos Hiragana y Katakana, alrededor de 100 kanjis, en solo seis semanas!!

Tribus urbanas en Harajuku, Tokyo


Becarios de Rotary pro – paz que han pasado por el centro de la paz en Tokyo

Primeros dos meses en Tokyo Luego del choque cultural

http://cid-6a980b5b587245ac.office.live.com/self.aspx/.Public/rotary pro paz fellow.pptx

KABUKI, Forma de teatro tradicional de Japón

El caracter sagrado de la naturaleza y el Shintoismo

Daibatsu en Kamakura


A menos de una hora de Tokio, Kamakura ofrece un break del ajetreo de la ciudad. Buenas playas y monumentos únicos, como este gran Buda hacen de Kamakura un sitio ideal para visitar desde Tokyo.

Una isla dentro de otra isla, Shirahama


Este tranquila ciudad veraniega en la provincia de Kansai, Japón es un punto de atracción de las familias y jóvenes de Osaka, Kobe, entro otros sitios. Es una de las playas mas bonitas de Japón situadas en la prefectura de Wakayama. Wakayama alberga costas coloridas y una población tradicional que se ajusta muy bién a las demandas de los turistas durante el caliente y humedo verano en Japón. Además, se encuentra esta pequeña ciudad de Shirahama a casi tres horas del muy popular Kyoto. Es buena opción para visitar desde Kyoto, Osaka y Kobe.

Paraguas para todas las estaciones

miércoles, 15 de septiembre de 2010

El Acto Político y un hacer fuera de lugar.: ¿Colectivo disidente o nueva forma de subjetividad política?”

Ranciére considera al acto político como un hacer fuera de lugar. De ahí que la política estaría ligada a la constitución de nuevas subjetividades. Según este autor, esta constitución no ocurre dentro del orden social y político establecido, se realiza fuera de las instituciones.
El acto político se origina a partir de aquello que no cuenta en las instituciones de ese orden y que esta excluida de ellas. Ese acto no refleja un conflicto de intereses ni de interpretaciones, sino que instaura otra forma de hablar, percibir y sentir. Este autor considera que el protagonista es el colectivo disidente. Los participantes del colectivo tienen que acometer la tarea de desatar aquello que los ata al orden establecido. Los sujetos que lo componen no necesitan ponerse de acuerdo. No se trata de persuadir.
Denominé al estudio: “Flashmobs: ¿Colectivo disidente o nueva forma de subjetividad política?”. Desde la denominación que escogí advierto uno de las mayores debilidades del análisis que radicó en subsumir desde el principio mi objeto de estudio a categorías teóricas abstractas. Tal vez se deba a un optimismo por abrazar una teoría cuyo resultado es desdibujar a los participantes concretos que las constituyen.

El fenómeno de los flashmobs comenzó con la publicación en octubre de 2002 del libro del sociólogo Howard Rheingold, “Smart Mobs: The Next Social Revolution”. En este libro el autor predecía que la gente usará las nuevas tecnologías de comunicación (Internet, teléfonos móviles) para auto-organización.
En junio de 2003 Rob Zazueta de San Francisco, después de haber leído las obras de Rheingold, creó la página web flocksmart.com en la que por primera vez los mobbers empezaron a planear sus reuniones.
El primer flashmob que tuvo éxito se realizó el 17 de junio de 2003 en Nueva York, EEUU, en el departamento de ventas de Macy’s. Para prevenir los problemas del primer intento, Wasik se reunió con los participantes en unos puntos de encuentro preliminares – cuatro bares de alrededores de Manhattan – donde fueron repartidas las instrucciones con la información sobre lo que iban a hacer y el lugar donde se realizará el evento justo antes del comienzo de éste.
Así, más de 100 personas subieron a 9ª planta de Macy’s, donde se encontraba su departamento de alfombras y se reunieron alrededor de una alfombra. Cualquiera, a quien se acercara el dependiente de la tienda, le contestaba que ellos vivían juntos en un almacén de afueras de Nueva York, y que todos ellos han venido a comprar “La Alfombra de Amor”, ya que todas sus decisiones las tomaban en grupo.
Estas experiencias se repitieron en muchas regiones del mundo.

Flashmob, traducido literalmente de inglés como “multitud instantánea” (flash – destello, ráfaga, mob - multitud) es una acción organizada en la que un gran grupo de personas se reúne de repente en un lugar público, realiza algo inusual y luego se dispersa rápidamente. Suelen convocarse a través de los medios telemáticos (móviles e Internet) y en la mayor parte de los casos, no tienen ningún fin más que el entretenimiento, pero pueden convocarse también con fines políticos.

En este trabajo me propuse acercarme al fenómeno de los Flasmobs preguntándome si se trataba de Manifestaciones absurdas o un fenómeno social significativo. Me interesaba además indagar en las implicaciones políticas del fenómeno, en caso de que las tuviese.

En primer lugar, analicé los orígenes del fenómeno, describiendo algunas de las modalidades de manifestación del mismo. Asimismo, presenté algunos testimonios de actores participantes para acercarme a la significación de esta práctica. Luego, retomé las perspectivas teóricas de autores como Ranciere y Laclau para indagar si es posible explicar tales prácticas a partir de ciertas posturas teóricas, indagando como se construye la narración de la experiencia de los participantes.

A continuación muestro algunos discursos presentes en los testimonios de algunos participantes de flashmobs:
A pocos días de la cita en el Planetario, Marina, una de las partícipes argentina propuso un cambio desde su blog. "La lucha de almohadas que estamos organizando no es un flashmob”. ¿Por qué? Alega que “Los flashmobs son eventos que se organizan con muy poco tiempo de anticipación, se transmiten sólo por Internet y la noticia nunca llega a los medios masivos de comunicación. La lucha fue pensada en un principio como flashmob, pero al salir en los medios pasa a ser un evento masivo, creativo, diferente, divertido", publicó. Ella cree que con la difusión mediática de su propuesta se perdió el "factor sorpresa" porque "mucha gente se enteró del evento y los medios van a estar presentes para registrarlo".
Por su parte, carlos, otro de los partícipes argentino, dice que es necesario “que la movida conserve la instantaneidad es una condición que no puede resignarse, y el desafío verdadero pasa por conseguir realizarla sin depender de aquellos a los que les resulta sencillo convocar a cientos de personas. Nadie, a parte de los propios participantes, sabe lo que se está tramando. Incluso, éstos mismos, los participantes, suelen tener noticia del guión propuesto sólo algunos minutos antes que el evento ocurra. Las acciones, que se realizan en pocos minutos, suelen ser de carácter lúdico con una marcada tendencia hacia el absurdo.”
Asimismo, otro de los participantes, llamado a si mismo como carlos Alegre dice “Los flash mobs son una maravillosa forma -y esto va dirigido a quienes tratan a otros de frikis- de generar la idea de que por más control que se pretenda de la realidad, mientras haya personas libres, algo inesperado PUEDE SUCEDER. Este control de lo que sucede o debe suceder lo pretenden ostentar los garantes de lo establecido y es precisamente a ellos a quienes más molesta este tipo de manifestación: ¿de qué sirve hacer esto? ¿con qué propósito se hace? OK, aquí va uno: demostrar que hoy es MUCHO más y MUCHO más impredecible que sólo la repetición del día de ayer. En cualquier momento puede pasar CUALQUIER COSA... “
Uno de los organizadores de la página madrilense es Sabih, quien relata un poco el devenir de estas prácticas.
“Empezamos... déjame ver... en noviembre 2004. Esa es la fecha de nuestro primer artículo. Desde entonces hemos lanzado diez moBidas, de las cuales, las batallas de almohadas y las ’mobile clubbing’ fueron puestas en marcha en colaboración con Ben bajo iniciativa nuestra (nosotros le proponíamos el lugar, la fecha y hacíamos el flyer)”. Prosigue, “La línea de concepción ha querido ser siempre lúdica y apolítica. Pienso que al respecto no hay lugar a dudas. Ahora bien, sin salirse de esos dos parámetros cómo ir hacia una mayor disonancia con el entorno? Cómo dar al asunto una mayor pertinencia cuando ya se ven montones de anuncios que retoman el lado ’guay’ de las flashmob para vendernos? ¿Hasta qué punto complicar la escenografía de la moBida en sí sin que la gente se descuelgue porque se les pida demasiado?... Y paro ahí porque ya me estoy yendo demasiado de la lengua. “
Dice, uno de los organizadores de la movida de Madrid, “Se intenta, eso sí, realizar una acción que contraste con la actividad corriente del sitio elegido. Sorprender por contraste tanto al transeúnte como a los propios participantes ya que, estos últimos, sólo tienen noticia de lo que se les propone hacer unos veinte minutos antes por medio de un pequeño guión (ejemplo de ’papelito’ recto/verso) que se distribuye a la hora y en el lugar de la cita. La acción crea una especie de segunda realidad, una realidad paralela que se superpone a la realidad de todos los días durante un par de minutos. Para mí es una especie de pequeña interferencia en el programa de realidad en el que participamos todos cada minuto de nuestra vida, permitiendo otro tipo de relaciones con lo que nos rodea.”
Ante la pregunta por el propósito privilegiado de diversión de los encuentros, Sabih dice ”Diversión viene de divergir. Quizás en vez de realidad paralela, deberíamos hablar de realidad divergente. Una forma de abrirnos a otros posibles. Hay gente que considera los flashmobs como una especie de guerra de guerrillas contra una realidad que nos viene impuesta y en la que el margen de elección es cada vez más reducido. ¿Estos comandos del absurdo serian entonces agentes de transformación de una sociedad nueva, mucho más participativa e individualmente responsable? Particularmente lo que me interesa es la forma que estos eventos generan. Es algo que me queda de aquellas primeras flashmob en las que participé, el experimentar emocionalmente una forma que se crea por sorpresa en medio de la ciudad y que desaparece con la misma rapidez que apareció. Para mí es una especie de escultura de un orden nuevo.”



Ranciére considera al acto político como un hacer fuera de lugar. De ahí que la política estaría ligada a la constitución de nuevas subjetividades. Según este autor, esta constitución no ocurre dentro del orden social y político establecido, se realiza fuera de las instituciones.
El acto político se origina a partir de aquello que no cuenta en las instituciones de ese orden y que esta excluida de ellas. Ese acto no refleja un conflicto de intereses ni de interpretaciones, sino que instaura otra forma de hablar, percibir y sentir. Este autor considera que el protagonista es el colectivo disidente. Los participantes del colectivo tienen que acometer la tarea de desatar aquello que los ata al orden establecido. Los sujetos que lo componen no necesitan ponerse de acuerdo. No se trata de persuadir.

Basándome en estas perspectivas teóricas, me pregunte si se percibe algo fuera de lugar, algo que no tiene nombre en los fenómenos de flashmobs, si es posible o no referirnos a una nueva subjetividad o si es el indicio de una nueva forma de diferencia en el acto político o solo una tendencia con fines lúdicos.
En “palabras de disenso”, Ranciére sostiene que “la subjetividad política refiere a una capacidad enunciativa y demostrativa de reconfigurar la relación entre lo visible y lo decible, la relación entre las palabras y cuerpos: es decir, lo que designo como la partición de lo sensible”. Además, sostiene que “el principio de interlocución política es el desacuerdo, es decir, el entendimiento discordante tanto en lo que hace a los objetos de referencia como a los sujetos hablantes”.

Como dije antes me preguntaba si se trataba de manifestaciones de un nuevo sujeto político o si solo representaban una tendencia pasajera, de moda. De acuerdo a los testimonios, se privilegia al acto por sobre el sentido, la presencia por sobre la representación y el disenso por sobre el consenso.
En caso de que se trata del vestigio de una diferencia excluida, en el sentido de Laclau, es preciso contar con más tiempo para analizar el devenir de este fenómeno. Igualmente, es posible relacionar los testimonios con los postulados de Ranciére acerca de una modalidad distinta de comprender la política. Considero que los aspectos sociopolíticos están presentes en estas prácticas, ya que se cuestionan el sentido de la cotidianeidad y de la racionalidad que se impone y sugiere como modos de vida predominantes en todos los ámbitos.
Concluí que si tales prácticas son reacciones ante el poder tradicional, tal vez algunas características del fenómeno, como el tamaño de las reuniones, el contenido de las mismas, se deban al intento de poner en escena otra representación sobre la política. Asimismo, creo que se pone al desnudo el matiz ilusorio de la pretendida colonización de la racionalidad sobre todas las dimensiones de la vida, en tanto vemos surgir manifestaciones que proclaman los valores de la espontaneidad, de la irracionalidad, de otro tipo de sentidos que caben dentro del estado de cosas prevaleciente, del espacio público. Así, las manifestaciones lúdicas, que quedan generalmente en espacio personal, privado, son llevadas a un espacio más amplio.
Sin embargo, dudo que se trate de la constitución de un colectivo disidente, más bien este fenómeno expresa una forma de rescatar las dimensiones humanas dentro del estado de instituciones y el orden existente. No obstante, es preciso reconocer los elementos disparadores que se implican en estas acciones, como son la resignificación y la demanda de rescatar del olvido la pertinencia de aspectos lúdicos en la vida humana.

A continuación reflexiono críticamente sobre las perspectivas adoptadas para acercarme al objeto de estudio y algunos procesos de reflexividad que fui adoptando.
Reconozco que realicé una descripción superficial de las prácticas. Pasar a una descripción densa involucra concentrarme en las complejas tramas de significación implicadas en estas prácticas sociales.
Es en este sentido que Geertz distingue entre la “descripción densa” y la codificación de regularidades abstractas, recomendando “no generalizar a través de casos particulares sino generalizar dentro de estos”( “La descripción densa”, En: La interpretación de las culturas. Gedisa, México, pag. Nº11). En el trabajo que realicé, generalicé a partir de casos particulares y forcé la imbricación de conceptos que no se ajustan tan fácilmente. Seguramente, tendría que poner mas atención en las formas de mediación entre acto y teorías, o sea, en las prácticas concretas de los participantes de los flashmobs.

Esta posición es evidente para Geertz, quien compara la generalización dentro de casos particulares con la “inferencia clínica”, que consiste en “comenzar con una serie de observaciones e intentar incluirlas bajo el dominio de una ley, esa inferencia comienza con una serie de significantes (presuntivos) e intenta situarlos dentro de un marco inteligible”( “La descripción densa”, En: La interpretación de las culturas. Gedisa, México, pag. 12, Geertz). Esta es una manera de forzar la teoría y descontextualizar a los actores; de modo que reducía mi análisis a anécdotas y citas fragmentarias y descontextualizadas. Por el contrario, considero ahora que es pertinente identificar los discursos y prácticas que median entre el agente y las estructuras, indagar más exhaustivamente en la concepción que las personas tienen sobre sí mismas y sobre su mundo.
Es esencial contextualizar los pequeños hechos y eventos para reflexionar sobre asuntos más amplios. Aquí se inserta la consideración de los espacios y tiempos múltiples. En los fenómenos de flashmobs intervienen las relaciones de agentes con medios de comunicación.

Es interesante la posición de Lili Abu Lughod (“Interpretando las culturas después de la televisión. Sobre el método”, en the fate of culture, University of California press, Berkely, 1999) quien sostiene que la noción de descripción densa de Clifford Geertz “necesita ser creativamente reelaborada para así ser pertinente en estudios de las vidas humanas influidos por los medios de comunicación de masas”.

Pude en mi estudio sobre los flashmobs haber recurrido a entrevistas y a participar de estos acontecimientos para tratar de rescatar el punto de vista de participantes a partir de sus propias palabras de manera de tornar comprensible las posiciones de los actores. En su lugar, realicé interpretaciones de segundo y tercer orden, recurriendo a entrevistas ya realizadas. La decisión sobre la constitución del campo de estudio debería ser modificada. Someter a crítica las posiciones de los informantes teniendo en cuenta que los participantes están ubicados en posiciones sociales específicas y la relación con los informantes es una instancia donde se produce el conocimiento.

Mis objetivos podrían haber sido menos ambiguos y en el caso de que todavía tenga interés en indagar acerca de las implicancias políticas del fenómeno estudiado, podría ahora mencionar como objetivo general de investigación analizar las formas de representación política de las prácticas de flashmobs.
Entre los objetivos específicos podría citar indagar acerca de las identidades que se construyen, prácticas en las formas de hacer política; que tipo de identidades se constituyen, como se resignifican las practicas políticas; el aspecto complejo del evento, identificar temas que aparecen como conectados a estas prácticas.

Asimismo, es pertinente precisar los contextos en los que se manifiesta el fenómeno, de manera de localizar a los actores. En cambio, en el análisis que realicé partí de reconocer la preeminencia de teorías de mayor alcance y a partir de allí subsumí el fenómeno estudiado. Por el contrario, a partir de las lecturas realizadas concluyo que tiene mayor ventaja preservar la relación dialógica entre las teorías que utilizo y los actores que estudio. Una de las mayores falencias es que no contextualicé densamente como surgió, se desarrolló el fenómeno, asociándolo a contexto histórico.

En el texto “Cuando los nativos son nuestros vecinos”, Faye Ginsburg explicita el continuo diálogo entre las teorías y su objeto empírico de estudio.
En este sentido, intentaría procurar diálogos, conversaciones con actores involucrados; Recurrir a la interpretación de los motivos de los actores; Abordar el objeto de estudio a través de un diálogo activo.

Asimismo, sería de gran utilidad la etnografía multinivel. Este fenómeno de los flashmobs se despliega en distintas regiones del planeta y a través de variadas manifestaciones. En el estudio previo, no me pregunte acerca de las especificidades locales que adopta el fenómeno ni de las significaciones locales que se configuran alrededor del mismo. Se hace preciso el análisis multi-situado porque el fenómeno se relaciona con análisis comunicacional, entre otras dimensiones que intervienen.

A pesar de que escogí centrarme en análisis político, se cruzan otras dimensiones que es preciso no olvidar, como las variables de comunicación, culturales, entre otras. Es relevante que pueda contextualizar el fenómeno, explicar como se articulan las dimensiones locales y globales, pensar al contexto como un conjunto de prácticas interconectadas, destacar más la perspectiva del actor, no solo de estructura; Explicitar como va modificándose mi objeto de investigación justificando y argumentando no solo sobre las posiciones teóricas y metodológicas que tomo, sino además sobre mis impresiones. El mayor interés por la subjetividad de los participantes implicaría que preste especial atención a algunas historias de vida y reconozca similitudes, diferencias, características que permitan entender los eventos.
Pasar de la descripción superficial a una descripción densa tal como recomienda Geertz implicaría: Discernir tramas de significación que están presentes en eventos y contextualizarlas; Recurrir a interpretaciones de análisis multi-situado; redefinir la circulación de los conceptos y los referentes empíricos, entre otras.

Teorías de la deliberación asociadas a la práctica democrática

Las concepciones deliberativas aplicadas a la política son relevantes para cuestionar las representaciones acerca de la democracia, las bases de justificación del poder, los fundamentos de la obediencia, supuestos de justicia y concepciones acerca de la legitimidad política.
Ante las preguntas acerca de cuando el poder es legítimo, las teorías de la deliberación privilegian la discusión o debate acerca de las formas mas apropiadas de llegar a decisiones colectivas e introducen el tema del valor epistémico de la democracia.

Estas concepciones deliberativas mas que ser prometedoras en cuanto a su aplicación práctica, en principio, tienen la pertinencia de reintroducir cuestiones que habían sido dejadas de lado en la práctica democrática. Me refiero a la libertad de los antiguos. Considero que asociar la democracia a un concepto amplio de participación ciudadana y a la identificación de fundamentos razonables de reciprocidad tiene ventaja frente a la concepción reducida de democracia liberal tal como se práctica en gran parte de las experiencias democráticas actuales.

Esto introduce en la vida democrática la necesidad de cuestionarnos acerca de la existencia y aplicación de juicios morales válidos y universales. Resultan cuestionados los procedimientos monólogicos, como el voto, para justificar la democracia. Estas teorías deliberativas, dialógicas retoman la vinculación de la moral y la política y fomentan cuestionamientos acerca de cuales principios de justicia hay que privilegiar, la posibilidad de lograr decisiones imparciales en las decisiones públicas.

Las preguntas acerca de cómo justificar los principios de justicia asociados a la democracia han sido muy debatidas históricamente por varios filósofos políticos.
Con el objeto de justificar el principio liberal de legitimidad, John Rawls elabora una concepción política de la justicia.
El principio liberal de legitimidad de Rawls considera que el ejercicio del poder político es legítimo cuando se ejerce de acuerdo a una constitución, cuyos principios es razonable obedecer.
Rawls reconoce que ninguna doctrina o concepción política comprehensiva (filosófica, moral, religiosa, entre otras) resulta adecuada como concepción política legítima para un régimen constitucional.
Dentro de los límites de la concepción política legítima se reconocen las Razones Públicas. Rawls limita la legitimidad de foros políticos legítimos a tres campos: el discurso de los jueces, el discurso de los funcionarios públicos y el discurso de los candidatos en sus campañas. El deber de atenerse a la razón pública se limita a estos tres ámbitos, no a la cultura de trasfondo donde los sujetos practican sus convicciones morales, religiosas, filosóficas. En los ámbitos de cultura de base, los ciudadanos pueden apelar a sus concepciones comprehensivas. Rawls atribuye pertinencia a la razón pública en las concepciones deliberativas de la democracia. La concepción de razón Pública de Rawls limita las razones a las que pueden recurrir los ciudadanos para justificar sus posiciones políticas.
Rawls reconoce que para que se lleve a cabo la deliberación es importante que se restrinja el poder de ciertos grupos económicos de interés y se asegure cierto nivel de educación a los ciudadanos.

En principio, considero que Rawls aplica acertadamente el uso de la razón pública en ámbitos específicos, permitiéndole a los sujetos retener espacios de preferencias particulares a salvo de los juicios públicos. Además, advierte sobre las dificultades de implementar procesos deliberativos e sociedades marcadas por desigualdades socioeconómicas pronunciadas. Esto destaca la importancia de concebir a los sujetos como agentes autónomos y no sujetos pasivos. Asimismo es pertinente que aclara que los temas pasibles de discusión racional en foros públicos tienen que formar parte del pluralismo razonable, o sea, acudir a razones pasibles de ser universalizables.

Existen varias teorías que retoman aspectos deliberativos. Rawls justifica el acceso al conocimiento epistémico a través de la reflexión individual, considerando a la reflexión con otros agentes como un útil auxiliar de la reflexión individual. Por su parte, Habermas considera que se accede a los principios morales a través de las discusiones intersubjetivas. Rawls sobredimensiona la importancia de la reflexión individual para acceder a juicios morales.

El imperativo categórico de Kant sostiene que debemos actuar de acuerdo con máximas que podamos querer que se conviertan en leyes universales.
En sentido similar, Habermas considera que es posible deducir cierto principio de universalización en los procesos de argumentación. La argumentación presupone reglas discursivas reconocibles por la comunidad de hablantes. Estas reglas son pasibles de ser reconocidas por todos hablantes que comparten una lengua.
Habermas considera que la deliberación se produce a través de los procesos de entendimiento llevados a cabo en la forma institucionalizada de las cámaras parlamentarias y en la red de comunicaciones de formación de la opinión pública.

Esta concepción implica un compromiso con el ideal de reciprocidad ya que precisa considerar a todos los sujetos como iguales y que las razones aducidas en los procesos de deliberación sean accesibles para todos. Las justificaciones en este sentido deben apelar a razones públicas. Sin embargo, los resultados de una deliberación deben ser tomados como provisionales, reconociendo la falibilidad de los actores.
Coincido en reconocer la importancia de los procesos de comunicación y la dimensión discursiva de las razones que pueden considerarse públicas.

Gutmann y Thompson reconocen ciertas ventajas de la concepción deliberativa; destacan que promueve la legitimidad de las decisiones políticas, promueve la reciprocidad y cooperación, facilitan mayores niveles de comprensión de temas complejos, revelan información privada o limitada, superan la racionalidad limitada de los agentes, contribuyen a la implementación de las decisiones políticas, mejoran las cualidades intelectuales de los participantes, revelan la intensidad de las preferencias de las personas.

Algunas desventajas son que tal vez sean poco aplicables a situaciones donde los sujetos están mal informados, tienen pocos niveles de educación y limitación de herramientas de discursos, formas de desacuerdo razonable que cajonean decisiones en la vida real.

Habermas supone la existencia de presupuestos normativos universales en los procesos de argumentación racional. Un problema es que la expectativa de unanimidad parece inalcanzable en contexto de sociedad pluralista. Esto lleva a cuestionarnos acerca de que procedimientos políticos privilegiar.

Considero que aunque el consenso es claramente preferible, es preciso llegar a una posición más pragmática y aceptar las bondades del voto luego de procesos de deliberación llevados a cabo en espacios públicos. Considero que los procedimientos de deliberación que preceden al voto pueden ayudar a esclarecer razones, aumentar la legitimidad de decisiones, entre otras ventajas.

La concepción habermasiana rechaza tanto la imagen de una sociedad definida como una agregación de individuos particulares que compiten entre sí y la imagen republicana que ofrece concepción de un macro sujeto político asociado a la imagen de Rousseau de voluntad general. El modelo republicano considera que el modelo político es el diálogo. Así, la política sería apreciada como una forma de comunicación orientada al entendimiento.

Cabe cuestionarse acerca de que tipo de razones son pasibles de ser aducidas en unos procesos de deliberación. Cohen propone como herramienta para permitir la deliberación recurrir al “pluralismo razonable”.

Nino observa que la discusión moral no consiste en una mera confrontación de intereses personales, sino que los agentes discuten principios y propuestas dotados de pretensiones de validez, o sea, que proponen soluciones con miras al bien común. Nino aclara que la validez no depende de los resultados de la deliberación sino que se cristalizan en los procesos de conocimiento que se generan por la deliberación.

Carlos Nino considera que el consenso unánime es ideal para justificar decisiones públicas. Sin embargo, acepta el procedimiento de voto por mayoría simple para arribar a decisiones.
Se asocia la validez moral de las decisiones al proceso político democrático.
Las políticas públicas tendrán una mayor legitimidad y posibilidad de ser implementadas si provienen del debate libre, reflexivo e informado donde participaran todos los participantes.
Se introduce el tema de la relevancia del compromiso con la imparcialidad de procesos democráticos y la cuestión de la autonomía y la heteronomía del derecho.

Es cierto que la democracia entendida en términos deliberativos resolvería la paradoja de la irrelevancia moral del gobierno. Además comparto la opinión de que la deliberación tiene carácter social e intersubjetivo relacionados con las significaciones públicas compartidas por una comunidad de hablantes.

Supongo que tenemos que contentarnos con la posibilidad de rescatar temas ya olvidados por la práctica democrática para tener una visión mas crítica de la misma y en el largo plazo pensar mecanismos de deliberación prácticos pasibles de ser implementados en foros de discusión públicas. Tal vez sea más sencillo comenzar con procedimientos deliberativos en foros que muchos de los teóricos citados consideran no públicos, como colegios profesionales, iglesias, organizaciones de la sociedad civil.

Una reflexión en torno a los procedimeintos democráticos

Como Bernard Manin sostuvo en esta frase, la legitimidad puede ser comprendida como
el derecho de los individuos a participar de la deliberación. Se trata de una concepción amplia de un concepto de legitimidad que, en la práctica democrática, se ha venido a identificar o reducir con el sostenimiento de procedimientos electivos.
Destacados teóricos sostienen que las concepciones deliberativas aplicadas a la política son pertinentes para cuestionar las representaciones acerca de la democracia, las bases de justificación del poder, los fundamentos de la obediencia, supuestos de justicia y concepciones acerca de la legitimidad política.
Ante las preguntas acerca de cuando el poder es legítimo, las teorías de la deliberación introducen el tema del valor epistémico de la democracia al tiempo que privilegian la discusión o debate acerca de las formas mas apropiadas de llegar a decisiones colectivas.

El objetivo general de este trabajo es apreciar la dimensión semántica de la legitimidad política en torno a las concepciones procedimentalistas y deliberativas en la política democrática. Me refiero, por un lado, a aquellas relacionadas con una concepción de democracia vinculada con mecanismos o procedimientos de resolución de problemas colectivos, objetivados a través de la costumbre o la constitución escrita, elecciones periódicas, entre otros procedimientos. Por otra parte considero retomaré el debate en torno a las concepciones deliberativas que recuperan la idea clásica sobre el bien común como fin legítimo de la política y la tradición de pensamiento vinculada con la ética de la política. Hago la salvedad de que estas clasificaciones corresponden a tipos ideales, que rara vez se dan en la práctica, donde dimensiones contrarias aparecen interrelacionadas.
A pesar de que estas dos formas no son exhaustivas para justificar a la democracia, son las que mas debate generan actualmente y considero pertinente confrontarlas, compararlas, caracterizarlas, o sea, tomar una posición crítica respecto a estas posiciones con el objeto de continuar el debate en torno a la calidad de la democracia.
Teniendo en consideración que existen tendencias actuales en países democráticos a preguntarse sobre la calidad de las mismas, es preciso añadir a este debate las consideraciones en torno a los alcances de legitimidad de las distintas políticas democráticas y su relación con la calidad democrática. Sin embargo, debido a límites del análisis, no trataré las relaciones que surgen en el diálogo entre legitimidad y calidad de democracia, aunque reconozco que es un buen tema para profundizar.
En principio, analizo críticamente las concepciones procedimentalistas de democracia caracterizándolas por su justificación última en procedimientos eleccionarios. Luego, someto a consideración las concepciones deliberativas de legitimidad y concluyo con algunas consideraciones críticas.



2- La legitimidad política en las concepciones procedimentalistas - descriptivas de la democracia.

Comienzo analizando las concepciones procedimentalistas de democracia. Dentro de esta cosmovisión ubico las teorías elitistas de Schumpeter, Weber y el modelo pluralista de Dahl. Estas concepciones relacionan la legitimidad con los distintos procedimientos de selección de líderes. Aquí caben las teorías de Lipset, Macpherson, Held, entre otros, con fuerte contenido empírico acerca de las democracias reales.
La concepción elitista de la democracia basa la legitimidad política en la competencia entre élites o líderes. Reconoce un alcance limitado de la legitimidad, ya que considera pocas variables, dejando la dimensión ética a un lado y justificando la democracia en procesos constitucionales, como las elecciones establecidas. Dentro de esta perspectiva elitista situamos a Schumpeter y Weber como autores clásicos que retomare a continuación.
En las visiones de Weber y Schumpeter hay poco espacio para la participación ampliada de distintos sectores sociales y políticos.
Scumpeter niega la posibilidad de legitimar la democracia a través de concepciones de “bien común”, “voluntad general”, concepciones que según el autor, no se vinculan con la política democrática. Según su teoría, la arena política es legítimamente ocupada solo por políticos. Weber sugiere que una legitimidad amplia en democracia proviene de la combinación de elementos carismáticos y plebiscitarios junto con los procedimientos regulares, identificables generalmente en las constituciones de los Estados nacionales. Sin embargo, Weber termina legitimando las concepciones procedimentalistas, en tanto el énfasis esta en los procedimientos de toma de decisiones.
A pesar de que Dahl critica las perspectivas elitistas de legitimación democrática, despliega un análisis también básicamente procedimental, manteniéndose dentro de una posición que subraya la relevancia de los procedimientos empíricos y donde los ideales éticos no hacen mucho ruido.
Robert Dahl relaciona la legitimidad política con la presencia de mecanismos que garanticen los derechos civiles y políticos, el debate público y la participación y del principio utilitarista de satisfacción de preferencias. Este régimen coincide, según Dahl, con las poliarquías.
La concepción pluralista clásica de Held basa la legitimación democrática en la presencia de múltiples centros de poder que aportarían estabilidad a la democracia. La legitimidad se efectiviza en este sentido cuando constatamos la presencia de una constelación de fuerzas sociales que realizan intercambios, ajustes, controles mutuos. Se asimila la legitimidad a una suerte de “equilibrio competitivo” que legitimaría al Estado como arbitro. Estas perspectivas de legitimidad política son reduccionistas porque no reconocen las asimetrías de poder entre distintos grupos sociales y no reconoce la autonomía relativa del Estado.



3- Legitimidad política y democracia deliberativa


Más allá de los procedimientos que implican llevar adelante deliberaciones públicas, existen en las concepciones deliberativas la preeminencia de razones normativas y evaluativas.
En esta perspectiva, se inscribe el pensamiento de Osvaldo Guaraglia quien además de explicitar la distinción entre los aspectos prescriptivos (tratados en la segunda sección de este trabajo), evaluativos (que conlleva juicios de valor sobre un ideal de vida) y normativos (que interpela principios morales en la vida política), destaca la pertinencia de este último aspecto.
Otro de los teóricos que destacan el valor ético de las democracias es Carlos Nino, quien la considera valiosa debido a su capacidad para moralizar las preferencias individuales. En este sentido, considera que es posible que la democracia oriente procesos de perfectibilidad que dejen espacio para identificar intereses comunes y dejar de lado los intereses particulares.

La legitimidad política de John Rawls se inserta dentro de su concepción política liberal de justicia. Considera que el ejercicio del poder político es legítimo cuando se ejerce de acuerdo a una constitución y en reconocimiento de las libertades civiles y políticas de todos los ciudadanos por igual.
Por consiguiente, de acuerdo a su perspectiva, la legitimidad política de las concepciones deliberativas proviene del reconocimiento de la justificación recíproca o de la necesidad de justificar y argumentar sobre decisiones políticas por parte de representantes y ciudadanos. Estas consideraciones remiten a la moral y a la identificación de los individuos como sujetos activos y autónomos.
La legitimidad política radica en sus supuestos acerca de la aceptación consensuada de las razones públicas. Considera que las razones son públicas en el sentido de que las deliberaciones tienen lugar en espacios públicos, el contenido de las deliberaciones debe ser reconocido por todos, el proceso deliberativo pretende crear obligaciones recíprocas entre las personas y el carácter dinámico del proceso deliberativo.

Rawls, en su obra “Liberalismo político”, parte del reconocimiento del “pluralismo razonable”, o sea, la cultura política caracterizada por convicciones morales, religiosas y filosóficas que difieren ampliamente entre los ciudadanos. Cree que es posible que los distintos participantes de la democracia identifiquen las doctrinas comprehensivas razonables más allá de sus intereses particulares y de clase.
El autor trata como “cargas del juicio” a los problemas comunes que surgen cuando las personas discrepan acerca de sus creencias comprehensivas fundamentales. Del reconocimiento de las “cargas del juicio” se deriva la importancia de los principios de tolerancia y de razón pública. Estas concepciones están imbricadas dentro de los principios liberales constitucionales que hacen a la legitimidad democrática.
Los principios de justificación pública de Rawls parten del hecho de que coexisten varias doctrinas comprehensivas en conflicto, cada una con su concepción del bien y suponiendo la plena racionalidad de los individuos.
Sin embargo, Rawls restringe la formación de la razón pública a tres foros: el de los jueces, el de los funcionarios públicos y el de los candidatos en sus campañas. En estos tres ámbitos que conforman, según Rawls, el “foro político público”, hay un deber de atenerse a la razón pública. Fuera de estos ámbitos, en lo que el autos considera “cultura de trasfondo” o “cultura de base” no hay obligación de esgrimir razones públicas y es aquí donde fluyen las diversas doctrinas comprehensivas. De este modo, se asegura el pluralismo y al mismo tiempo el reconocimiento de razones públicas que pueden llegar a ser reconocidas por todos los ciudadanos. Se establece una equivalencia o metonimia entre los conceptos de “legitimidad política”; “razón pública” y “criterio de reciprocidad”.

La legitimidad política es reconocida cuando procede del voto, antecedido este por la deliberación entre distintas concepciones de justicia, no confundibles con las doctrinas comprehensivas religiosas, filosóficas o morales. La idea de razón pública limita las funciones que los individuos pueden esgrimir para realizar decisiones políticas.
Rawls vincula esta concepción de legitimidad política basada fundamentalmente en la razón pública con las concepciones deliberativas de la democracia.

En principio, considero que Rawls aplica acertadamente el uso de la razón pública en ámbitos específicos, permitiéndole a los sujetos retener espacios de preferencias particulares a salvo de los juicios públicos. Además, advierte sobre las dificultades de implementar procesos deliberativos en sociedades marcadas por desigualdades socioeconómicas pronunciadas. Esto destaca la importancia de concebir a los sujetos como agentes autónomos y no sujetos pasivos. Asimismo es pertinente que aclara que los temas pasibles de discusión racional en foros públicos tienen que formar parte del pluralismo razonable, o sea, acudir a razones pasibles de ser universalizables. Mas adelante, en la última sección de este trabajo, relaizare mas consideraciones críticas al autor en otros sentidos.

Estas concepciones deliberativas mas que ser prometedoras en cuanto a su aplicación práctica, en principio, tienen la pertinencia de reintroducir cuestiones que habían sido dejadas de lado en la práctica democrática. Me refiero a la libertad de los antiguos. Considero que asociar la democracia a un concepto amplio de participación ciudadana y a la identificación de fundamentos razonables de reciprocidad tiene ventaja frente a la concepción reducida de democracia liberal tal como se práctica en gran parte de las experiencias democráticas actuales.

Esto introduce en la vida democrática la necesidad de cuestionarnos acerca de la existencia y aplicación de juicios morales válidos y universales. Resultan cuestionados los procedimientos monólogicos, como el voto, para justificar la democracia. Estas teorías deliberativas, dialógicas retoman la vinculación de la moral y la política y fomentan cuestionamientos acerca de cuales principios de justicia hay que privilegiar, la posibilidad de lograr decisiones imparciales en las decisiones públicas.

Es interesante la propuesta de Habermas, que sostiene una concepción mas amplia de deliberación en comparación co n otros teóricos.

Habermas considera que es posible deducir cierto principio de universalización en los procesos de argumentación. La argumentación presupone reglas discursivas reconocibles por la comunidad de hablantes. Estas reglas son pasibles de ser reconocidas por todos los hablantes que comparten una lengua.
Habermas considera que la deliberación se produce a través de los procesos de entendimiento llevados a cabo en la forma institucionalizada de las cámaras parlamentarias y en la red de comunicaciones de formación de la opinión pública.

Esta concepción implica un compromiso con el ideal de reciprocidad ya que precisa considerar a todos los sujetos como iguales y que las razones aducidas en los procesos de deliberación sean accesibles para todos. Las justificaciones en este sentido deben apelar a razones públicas.
Habermas supone la existencia de presupuestos normativos universales en los procesos de argumentación racional. Un problema es que la expectativa de unanimidad parece inalcanzable en contexto de sociedad pluralista.

Considero que aunque el consenso es claramente preferible, es preciso llegar a una posición más pragmática y aceptar las bondades del voto luego de procesos de deliberación llevados a cabo en espacios públicos. Considero que los procedimientos de deliberación que preceden al voto pueden ayudar a esclarecer razones, aumentar la legitimidad de decisiones, entre otras ventajas.

La concepción habermasiana rechaza tanto la imagen de una sociedad definida como una agregación de individuos particulares que compiten entre sí y la imagen republicana que ofrece concepción de un macro sujeto político asociado a la imagen de Rousseau de voluntad general. El modelo republicano considera que el modelo político es el diálogo. Así, la política sería apreciada como una forma de comunicación orientada al entendimiento.

Por su parte, Carlos Nino observa que la discusión moral no consiste en una mera confrontación de intereses personales, sino que los agentes discuten principios y propuestas dotados de pretensiones de validez, o sea, que proponen soluciones con miras al bien común. Nino aclara que la validez no depende de los resultados de la deliberación sino que se cristalizan en los procesos de conocimiento que se generan por la deliberación.

Asimismo, Nino considera que el consenso unánime es ideal para justificar decisiones públicas. Sin embargo, acepta el procedimiento de voto por mayoría simple para arribar a decisiones. Para el autor la legitimidad esta relacionada con la validez moral de las decisiones en el proceso político democrático.



4- Algunas consideraciones finales.

Habermas retoma el reto de dar una definición normativa de la legitimidad. Lo interesante de este proyecto es que no pretende "reencantar" el mundo; por el contrario, asume tanto la crítica a las visiones tradicionales del mundo, como el reconocimiento de la pluralidad que caracteriza a las sociedades modernas.
La intuición inicial de Habermas es que la legitimidad de un poder está vinculada indisolublemente a un proceso de comunicación. El poder tiene, en tanto es un fenómeno social, una realidad simbólica; de ahí proviene su necesidad de justificación y también ahí se encuentran los medios de esta justificación. Fuerza legitimante poseen reglas y premisas comunicativas, que permiten distinguir un acuerdo o pacto obtenido entre personas libres e iguales frente a un consenso contingente o forzado.

Para Habermas el núcleo normativo de la legitimidad se encuentra en las condiciones pragmáticas que permiten la comunicación entre los individuos dentro del proceso de legitimación. A partir de esta tesis se proponen otras dos complementarias: 1. En el concepto de entendimiento se encuentra implícito la idea de un acuerdo libre de coacción y 2. El concepto de entendimiento presupone una noción amplia de racionalidad.
Por consiguiente, se plantea que son las condiciones que permiten acceder a un acuerdo racional las que poseen una fuerza legitimante y que estas condiciones se encuentran implícitas en todo proceso de comunicación lingüística. Por tanto, se trata de reconstruir los procesos de comunicación para determinar esas condiciones.

Habermas denomina a su concepto de legitimidad como "reconstructivo", ello hace referencia al método en que ese concepto se sustenta. El objetivo del llamado "método reconstructivo" es hacer explícitos los elementos y estructuras de saber preteórico, presentes en las acciones humanas.

Habermas critica la perspectiva de Rawls en tanto este supone el consenso superpuesto de doctrinas comprehensivas que sirvan para legitimar decisiones colectivas. Es dudoso que cada una de estas perspectivas comprehensivas razonables converjan en una misma concpción política de justicia.
Me parece que se debería prestar atención a la propuesta de Thomas Mac. Carthy en el sentido de superar las perspectivas reducidas del foro político de Rawls, y centrarse en el « respeto mutuo en un diálogo político no restringido ».
Jeremy Waldron pretende reconciliar la eficacia del voto mayoritario con la legitimidad de los procesos deliberativos previos a la votación. Amy Gutmann critica esta perspectiva que relaciona estrechamente a la democracia con el mayoritismo. Me parece interesante la propuesta de Waldron de hacen encajar la votación con la deliberación ofreciendo una modalidad mas prágmatica de implementar la deliberación, de darle mas poder de producir efectos.

Las concepciones deliberativas tienen el potencial de ampliar la legitimidad política incluso cuando se utilizan solo estas teorías desde la crítica democrática. Asimismo, implican definiciones ampliadas de la igualdad, la libertad y la justicia, en comparación con las perspectivas procedimentales de democracia. Considero que el poder de las concepciones deliberativas radica en la crítica inmanente que despliegan, en tanto orientan cuestionamientos acerca de cómo mejorar calidad de democracias.

Coincido con argumentos de Habermas en reconocer la importancia de los procesos de comunicación y la dimensión discursiva de las razones que pueden considerarse públicas.

Comparto la perspectiva habermasiana de que la deliberación tiene carácter social e intersubjetivo relacionados con las significaciones públicas compartidas por una comunidad de hablantes.

Las políticas públicas tendrán una mayor legitimidad y posibilidad de ser implementadas si provienen del debate libre, reflexivo e informado donde participaran todos los participantes.
Se introduce el tema de la relevancia del compromiso con la imparcialidad de procesos democráticos y la cuestión de la autonomía y la heteronomía del derecho.

Supongo que tenemos que contentarnos con la posibilidad de rescatar temas ya olvidados por la práctica democrática para tener una visión mas crítica de la misma y en el largo plazo pensar mecanismos de deliberación prácticos pasibles de ser implementados en foros de discusión públicas. Tal vez sea más sencillo comenzar con procedimientos deliberativos en foros que muchos de los teóricos citados consideran no públicos, como colegios profesionales, iglesias, organizaciones de la sociedad civil.

33.000 Clubes rotarios en el mundo

La red de organizaciones que componen Rotary (la Fundación, los clubes rotarios, los comités de asuntos específicos)componen un paisaje basto y complejo. A simple vista, la organización alrededor del mundo se compone de alrededor de 33.000 clubes rotarios y mas de un millon doscientos mil socios.

¿Qué es Rotary en principio?
Rotary International es la asociación de clubes rotarios de todo el mundo. Rotary cuenta con más de 33.000 clubes rotarios en aproximadamente 200 países y regiones geográficas. Los rotarios, o los socios de estos clubes autónomos, son parte de una red mundial de un millón doscientos mil líderes empresariales y profesionales que aportan su tiempo y conocimientos, a fin de prestar servicios voluntarios en la comunidad, tanto local como internacional. Los clubes rotarios, por su parte, pertenecen a la asociación mundial denominada Rotary International.

Becas de Rotary Pro Paz

Gracias a los esfuerzos de la Fundación Rotary y a la red de clubes rotarios para promover los estudios de la paz y los conflictos, obtuvé este año una beca de dos años que me permite participar en un programa muy completo de Estudios Internacionales de la Paz y los conflictos.
Desde el 2001, La Organización rotaria selecciona anualmente alrededor de 100 profesionales de distintos origenes para participar en los centros de Rotary Pro paz. Actualmente, la fundación desarrolla actividades relacionadas con la investigación acerca de paz en siete centros de Estudios situados en distintas latitudes del globo, a saber, Tokyo, Inglaterra, EEUU, Australia, Argentina y Tailandia.
La fundación se reserva el derecho de proponer al candidato a beca la ubicación del centro de la paz donde realizara sus actividades. En mi caso, me encuentro desde Julio del 2010 en Tokyo, dentro de un programa desarrollado en convenio entre la Fundación Rotary e International Christian University.
Despues de varios años de haberme graduado en Ciencias Políticas en la Universidad de Buenos Aires, vuelvo a ser estudiante en un programa en Estudios de la Paz y los Conflictos.
Este año somos 10 graduados qu fuimos seleccionados para participar de este programa. Es la primera vez dentro de la historia del programa que se desarrolla en Tokyo, que tres latinoamericanos hemos obtenido esta beca para la promoción 2010-2012.

lunes, 13 de septiembre de 2010


Soy Ivone y desde Julio de 2010 resido en las afueras de Tokyo, en Mitaka. Soy argentina y actualmente me he convertido nuevamente, a mis 30 años y luego de graduarme en Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires, en estudiante de posgrado a tiempo completo en International Christian University. Participo en un programa de estudios de la Paz y los Conflictos patrocinado y financiado por la Fundación Rotary. Vivo sola en un pequeño y precioso apartamento decorado con reminiscencias de lugares extraños que me han marcado. Recien ahora, luego de dos meses estoy comenzando a encontrar cierto equilibrio aquí, luego del choque cultural por supuesto. Disfruto del folclore argentino, sambas brasileras y música de India (Bollywood por supuesto). Extraño de Argentina, además de los afectos, las comidas, especialmente empanadas y la carne. Será posible encontrar empanadas estilo argentino en Tokyo?